sábado, 27 de diciembre de 2008

HIRIENTE



Decía, vociferaba insultos y mentiras.
Irritaba a quienes la amaban.
¿Recibió lo que merecía?
¿Lo sobrenatural existe?
Luego, cada vez que emitía hasta el mas mínimo susurro,
le sangraban los oídos,
dolor por los sonidos fortísimos
que solo ella escuchaba, le reventaban los tímpanos.
Callaba,
la hemorragia paraba, y cual cerumen de varios días
se reconstruía.
¿Lo sobrenatural existe?
¿Lo merecía?
No pudo, no quiso volver a hablar.

miércoles, 17 de diciembre de 2008

CERCANOS

- Yo no soy malo, solamente odio. Si por mi fuera, si pudiera hacerlo y no tendría conciencia, mataría a todos porque los odio. Odio sus miserables vidas. Odio la vida, pero no quiero morir aún; aún no.
- ¡Estás demente! ¡Me das risa tarado! ¿Quién te crees Holden Cauldfield?
- A ese huevón también lo odio; odio su pelo de zorrillo... jaja!
- Lo bueno que tienes, es que odias sin hacer daño a nadie.
- ¿Qué cojudeces son esas?
- Quiere decir que no eres mala persona, y eso me gusta. No me hagas caso cuando te digo que eres malo.
- ¡Huevadas! A veces también te odio.
- ¡Ja! Debes morirte ¿sabes?
- Pronto, deja que me arme de valor a los 25 años, así como Andrés Caicedo.
- Caicedo y sus angelitos empantanados.
- ¿Qué tienen que ver los angelitos empantanados?
- Estoy tratando de ignorar la cojudes que acabas de decir. Aparte, relacioné tu muerte con angelitos. Créeme que vi un angelito metido en el lodo con sus alitas tristes embarradas cuando mencionaste a Caicedo.
- ¡Es un genio simplemente!
- Es tu fetiche y un pobre huevón que pone títulos cursis como esos. Yo odio a Caicedo.
- ¿Qué sabes tu de buena literatura? ¡Sólo lees mierda!
- Angelitos ensangrentados; angelitos empedorrados; angelitos negros; los heraldos; angelito negro...¡Ya quemé! Me fui hasta México con Pedro Infante y Pancho Villa, y mira maravilla, me acordé de los pantanos de Villa.
- ¡Ja! Justo en estos momentos te odio por hablar tanta tontería. ¡Es genial!
- Deja de fumar tanto mango, estás abusando demasiado, siempre que te veo estas locazo.
- ¡...iiiiuffffff!!!! ... gilr!!!
- ¡Ja,ja! Yo pensaba que era un suspiro.
- ¡Qué sabes tu de los dioses! La gente no sabe ni mierda sobre los Beatles. Una tipa me escribió por MSN ¿Te gustan los Bitles? La eliminé en el acto, fue un insulto. Prueba un poco, acompáñame esta noche, dale, fuma conmigo. Eres una privilegiada, con nadie comparto mi ganja y es de la mejor. Mira, tengo de dos tipos, pero como te dije, contigo de la mejor calidad. Ya verás como te sientes, es locazo.
- No. Nunca he probado, me da mucho miedo sinceramente. Mi familia es adicta, y yo llevo la adicción en los genes. ¡Ja, ja! En serio, no quisiera terminar cagada como ellos.
- ¡Genes, las huevas! Esta noche es especial... Fuma conmigo. Para ti es un privilegio fumarte este mango de tan buena calidad, y para mi es un privilegio quemarte la jeta.
- Presiento que eres un psicópata y que si me fumo esto contigo voy a desaparecer, así como en la película de Tarantino “El Hostal” me vas a atar, a torturar y destripar. Luego dejarás que mi sangre coagulada se seque hasta hacerse una costra gigante...
- ¡Qué psicópata! Si fuera así te hubiese matado hace rato, por bonita y por cojuda.
- Dale, pero cuídame.
- ¡¡¡Cuídame, dice!!! ¡Ja, ja! No te va a pasar nada, tranquila. Camina. Vamos al parque de los muertos. Vas a ver fantasmas, te lo prometo.
- No me asustes, no le temo a esas supuestas apariciones. De niña esperaba poder ver algo, me aventuraba al miedo. Creo que ese cosquilleo en la nuca me excitaba y por eso iba en busca de esa sensación.
- ¿Tipo cazafantasmas? ¡Ja, ja! Estoy proyectadísimo.

No podía dejar de mirar su nariz mientras caminábamos por el centro de Trujillo, las luces amarillas en las casas y casonas reconstruidas la hacían más perfilada. Es una exageración, no era tan perfecta, pero la veía emocionado. Creo que era su aura, lo que místicamente nos hace más bellos, sigo exagerando.
Estábamos cerca al parque de los muertos, así lo llamaba, porque infinidad de veces veía personas que iban y venían y de la nada desaparecían. Un día pude ver un caballo y un jinete con sombrero y bigote, no era mexicano, estaba a su moda muy elegante, me hacía recordar a un héroe peruano de la Guerra del Pacífico. Vallejo nunca pasó, ni se sentó en mi banca, a él siempre me lo quería encontrar, pero el muy hijo de puta se murió en París y en aguacero...¡Cabrón!
La veía y sonreía, me daba gusto ser el primero incursionarla en el mundo caleta de la ganja o manguito como ella le decía. Me daba gracia alucinar viéndola sintiendo espasmos en ciertas zonas de su cuerpo. Es curioso ver a la gente drogada, yo me pego de esa manera, sólo los miro y sonrío, me burlo de toda su desnudez, los odio sinceramente, sobretodo cuando hablan demasiado y no dicen nada, se tornan demasiado egoístas, me causan repulsión.
Eran casi las once de la noche y ella no soltaba su puto celular, hablaba emocionada y mentía la muy desgraciada, también me sonreía todo el tiempo que tenía el auricular, se me revolvió el estómago. Pensé en dejarla caminando sola por su falta de gratitud, ¡ingrata! te iba a invitar mi mejor ganja. Mágicamente volteó y se despidió de su mejor, coño, amigo. Claro que me sentí ofendido, pero no tarde en insultarle.

- ¡Apaga esa mierda!
- Discúlpame, era imposible no comunicarme con esa persona, me hace feliz.
- Ya, entonces ahora, apaga esa mierda.
- ¿Éste es el parque de los muertos que dices? No es un parque, es un pequeño óvalo; y no es un óvalo porque es un triángulo pobre, solo tiene tres bancas y dos árboles, a ese césped no lo riegan hace días y no hay flores. De repente de día se ve mejor ya que esas luces del centro no me dejan apreciarlo bien. ¡Sí, cállate! Está oscuro, no deben mirarnos.
- Voy a poner algo de música en mi MP3. Ahora, ¿escuchas? Ellos son chilenos, son Los Tres, relaja ¿no? Escucha la letra: “En la cocina hay olor a gasssss....” Te imaginas morir en tu cocina, cierras las ventanas, puertas, agujero alguno y abres las llaves de la hornilla. ¡Qué rica muerte! Te quedas dormidito como un lirón.
- Nunca me gusto el olor a gas o a gasolina.
- Novata.
- Siento que nos miran.
- A nadie le importa. Aparte, ¿Quién te conoce?
- ¡Ja,ja! Esta ciudad de mierda es chica, no me sorprendería.
- Ya la tengo armada... y está gordita. Mira como la prendo ¿nunca has visto verdad? Que bien, no sólo soy el profeta sino ahora la hago de maestro. Iuuuffff...girl!!! Toma, golpea y no lo botes, tenlo un toque en el “estomago”. No me mires así, dale que se consume. Claro, así, aguanta no lo botes aun. Aspira mas, un poco mas, ¡Eso! ¿Ahora qué sientes? ¿Que te miran mas? ¿Ves a Vallejo en algún lugar de este óvalo triángulo?

Su excitación me dejaba muda. Sus ojos hinchados, achinados y pupilas dilatadas me espantaban. ¿Acaso en unos momentos iba a estar así de deforme como el?¿cómo puede coger tan pequeño porro sin quemarse los dedos ni los labios? Pensaba en la poca fuerza de voluntad para poder decir “No”.Había aspirado mucho. Le oía decir que su nueva creación iba a ser música que saliera de las manos y que con solo presionar cierto punto de los dedos , tipo digito puntura, cambiaria de estación o de canción, seria una sensación en las fiestas, gente bailando con música en las manos. Sonreía al escucharlo, me veía saltando y gritando con tal colosal invento. Estaba agradecida por haber nacido en esta época. Sus movimientos exagerados y mis movimientos lentos ocasionaron una carcajada desgarradora, ya no pensaba en nada, me reía de mi risa sin sentido porque la escuchaba diferente, mas tonta.
Pensaba en la llamada que había recibido, fue de un amor pasado, que me recordaba la infidelidad mas grande y depresiva que tuve. Pronto lo vería, mi mente nos dibujaba como dos seres que fueron separados y que por suerte nuestra, cuando nos enviaron a la tierra caímos en el lugar mas cercano que el de cualquiera. Quería tenerlo conmigo, que me viera toda espasmódica, deseándolo con todas las fuerzas enfermizas que el pudiera imaginar. Los espasmos se concentraron en mis caderas, cosquillas de arriba y abajo. Al abrirse mis sentidos me hacían desearlo mucho mas, tocaba mas , miraba mas, saboreaba , olía y escuchaba mas que otras veces. Suspiraba internamente para no ocasionar molestias y no ganarme carcajadas de parte del creador de la música en las manos.

- ¡oye! Das risa, tus ojos están hinchados.
- ¡Por la puta madre! ¿En serio? ¿Se nota mucho?
- No importa, vamos a comer un burro que me cago de hambre.
- Yo no tengo hambre, pero te acompaño. ¿Te vas a fumar ese poquito? ¡Te vas a quemar!
- Eso lo guardo para más tarde. Vamos, levántate.
- ¿A dónde vamos a ir?
- Vas a conocer Trujillo de noche, debemos encontrar un lugar donde comer burros porque estoy en plena bajada. ¿No te da hambre?
- No, sólo tengo sed. Oye, no me siento bien, presiento que nos va a pasar algo. Ya conozco Trujillo de noche.
- Tus presentimientos no son muy confiables. Ven, esta es una de las calles de los vientos. Siéntela esta es fortísima, estira tus brazos, vuela.
- Estas loco, esa mierda no me hace nada.
- ¿Así? Hace rato que no has dicho palabra. Te pegaste, ¿que pensabas?
- No me acuerdo. ¡Sólo quiero llegar ya!

¿Acaso estaba haciendo algo malo? No la iba a dañar, soy en ese sentido por la estima que le tengo, y como dije, era un privilegio. Quería que se le pasara el mal rato de la pésima tarde en la que estuvo, cuando la vi llorar desconsoladamente por un idiota que le había gritado y humillado por el simple hecho de ser su jefe. De verdad la apreciaba. Las calles por donde la lleve tenían mas viento que otras calles, era viento del este, creo yo, era riquísimo estar drogado y sentir toda esa energía, no quería que nos perdiéramos nada. Le enseñe las casas y casonas, le decía que las mirara con atención y un buen rato, porque en las ventanas se podían ver cabezas que te miraban y luego, te insultaban. Cuando llegamos a Pizarro a encontrar el lugar donde vendían ese maldito burro, que tanto me había hecho salivar, me di con la sorpresa que el dinero no me iba a alcanzar para dos hamburguesas. Tome y me trague la poca vergüenza que me quedaba y le pedí que no fuera tan camarona y que colaborara. No se ofendió, soltó una de esas risitas que salen del pecho, de esas que parecen que se te va a acabar el aire de los pulmones, de esa forma me encantaba mas, cuando reía sin sentir pudor de nada, de esa forma drogada.

- Necesito orinar, ¡urgente! Preferiría que no hubieran espejos. No me gusta verme así, me siento horrible.
- En el baño vas a encontrar espejos, es ahí donde nos acicalamos y meamos, para vaciar la vejiga y la duda de la vanidad.
- ¡No, huevón! ¡Ese espejo de enfrente, mírate! ¿Cuanto dura el efecto?
- Una hora más o menos. Tranquila, estas bien.
- De verdad, necesito orinar. Vamos a ese casino que esta a media cuadra.
- No conozco. ¿Puedes entrar normal?
- Si, vamonos. ¿No decías que conocías el centro de Trujillo? ¿Quien se comió mi burro? Oye, te noto bastante ligero.¿Sigues odiándome?
- Todo el tiempo.
- Entra. Párate aquí, mira alrededor.
- ¿que tiene? Nunca entre a un sitio como este.
- ¿No te sientes como en la película “Ocean´s Eleven” o en buen cristiano “La gran estafa”?
- ¡Me encantas, eres genial!
- Excelente, ya nos dejamos de odiar. Deja de decirme “genial” que me lo voy a creer. No me querrás ver como un gato que se embarra en miel para luego lamerse. Lo escuche en una película.
- ¿y no tienes nada tuyo?
- Ya escucharas algo, pero por el momento, no. No soy un genio, ni tan genial como creías.
- No me lo creí del todo. ¡Lees best sellers!
- Uno que otro, te entretienen. Sobre todo cuando no tienes televisor y mucho menos sexo.
- Interesante. No te sientes enamorada?
- Ahora mas que nunca, pero no de ti.
- Ven, vamos a mi casa. Quiero mostrarte una cosa.
- ¡Vete al carajo!
- ¿Sabias que el carajo era el lugar a donde mandaban a los marineros para que sean castigados? ¡Vete al carajo marinero!
- ¡Vete a la mierda!

En su habitación los pósteres y los mil colores hacían que no dejara de mirar ni pensar, sólo sentía que habían pasado horas y cada vez que posaba mi vista hacia los afiches desubicados, encontraba algo nuevo. Me presento a Euridice, así se llamaba su guitarra, en honor a la mujer del mito griego que se fue al hades. Me pregunto si tenía fe, no sabia que contestar, detesto cuando me preguntan esas cosas profundas, no entiendo como pueden simplificar tantos sentimientos en una sola palabra, sobre todo cuando al pensar que amor solo sea eso, amor, tan simple. Cogió una bolsita blanca envuelta y me entrego a Euridice mirándome a los ojos de una manera extraña; presentía que era amor pero siendo terriblemente mala para ese tipo de clarividencias, me dio un vuelco el corazón.

- Toca algo para mí. Ya se que no sabes, pero hazlo con si fuera una lira, inventa una melodía.
- Escucha entonces. Y esa bolsita?
- ¿Acaso no tienes fe? Por favor, toca.
- A veces siento que no la tengo. Pero ahora, hoy, creo en ti. No me preguntes porque.
- Te pediría que me acompañes pero seria demasiado honor para este cobarde y patán. Júrame que te irás luego.
- Te lo juro. Shhhh... Silencio.
- Espera un segundo, éste es un pequeño estimulo. Si me duermo te vas sin despertarme. Le gané a Caicedo.

Intenté hacer notas y tocar como me lo había pedido, hasta intenté cantarle. Éramos Eurídice y yo tocándonos hipnóticamente, mientras el se acurrucaba en su cama sonriendo y cerrando los ojos gracias a mi improvisación de lira. El muy imbécil se quedo dormido... yo lo miraba. Sin saber el motivo, sin amor, sin nada, me acerqué hacia sus labios y lo besé por unos cuantos segundos. No se movía, no pude sentir su respiración. Llegué a sentir asco y odio. Lo odié por morirse delante mi; lo odié por matarse y tener una sonrisita de felicidad en la cara; lo odié por dejarme sola en su casa; lo odié por dejarme la carga de lidiar con la policía; lo odie porque lo iba a recordar siempre; lo odié porque lo besé; lo odié más al pensar que todo hubiese sido una broma de mal gusto de su parte; lo odié tanto. Cogí una de sus almohadas sucias y lo ahogué. Apreté la almohada en su rostro con todas mis fuerzas, al mismo tiempo le grité cuanto lo odiaba y que si se quería morir, que se muriera pero bien muerto. Los afiches de la habitación me seguían con la mirada, todos esos genios musicales y literarios inertes; ya no tocaba a Eurídice pero la seguía escuchando, eran los Beatles, sonaba a “Because”. Lo miré por última vez y cogí el poco de ganja que quedaba.
- Yo te odié más mi querido Holden Cauldfield. No le ganaste a Caicedo, yo te maté. Tu eres el culpable, ahora no se que hacer, te jure que me iría...

“ Because the world is round it turns me on, because the world is round... aaahhhhhhhh. Because the wind is high it blows my mind, Because the wind is high... ahhhhhhhhh. Love is old, love is new. Love is all, love is you. Because the sky is blue, it makes me cry, Because the sky is blue...ahhhhhh.”